jueves, 28 de mayo de 2015

2015, Una Eneida Espacial

 Hay días y días, para personas y personas: días buenos, días malos, y días de constipación que derivan en una experiencia transgaláctica. A veces se tiene los primeros, a veces se tiene los segundos, y algunas muy disminuidas veces, puede que bajo la ayuda de ciertos estupefacientes, se tienen los terceros. Hasta ahora, jamás se había documentado la sucesión de los tres casos en los Anales de la Realidad, (best-sellers recopilados en la Biblioteca de la Rutina que han mostrado una descomunal cantidad de lecturas, por más que ninguno de los lectores haya experimentado otra sensación que el aburrimiento; para más información consúltese el Compendio de Situaciones Cotidianas y Quejas sobre la Existencia, escrito jamás terminado debido al inesperado suicidio de quienes intentaron continuar el tomo quinto), mas Alex pasó por todos esos días en el transcurso de una semana. Algo normal considerando que era yankee, ya que según aquellos documentos históricos análogos en video, provenientes de la agencia recopiladora que los humanos denominan Hollywood, nos ha confirmado que a los oriundos de “Hamurrica” suelen sucederles tales peripecias. Por ello es seguro que él haya sido al que denominan “El Elegido”.

 No había sido una semana sencilla para el llamado Alex; le habían invitado un lunes a la Gran Feria de los Quesos en su ciudad habitual, ese fue su día bueno. Un martes recordó que no era un ser de tránsito ligero, ese fue su día malo. Por supuesto que podemos suponer cuáles fueron los días que siguieron.
 Mas nada de esto es de interés al gran motor universal, ni tampoco lo atacantes que resultan los eventos improbables a la salud de las personas probables. Así fue que el día que Alex descubrió que su constipación se había esfumado, un domingo, y con gusto fue a comprobar sus deducciones al baño, al momento de concluir el asunto fue succionado por uno de esos vórtices que se manifiestan en ciertos lugares donde la probabilidad decide jugarle una mala pasada a la comunidad científica. Según se cuenta, hubo muchos testimonios de que aquel domingo las nubes parecieron formar unas palabras en el cielo, y todos los testimonios concluían en que las palabras eran: EN TU CARA STEPHEN HAWKING.
 El pobre Alex, que ni tiempo para levantar sus pantalones había tenido, no pudo ni siquiera darse el lujo de sufrir un infarto ante tal inesperada situación. Nada de eso decía el manual del nuevo inodoro oriental inteligente (Con un nuevo modo que ponía una radio si la cosa se complicaba) que recién había terminado de pagar; aunque al instante que vio las estrellas volando en torno a él entendió que quizá no fuera un problema de plomería sino algo más.
 Se limitó a quedarse quieto, muchas otras posibilidades no se veían como posibilidades, mientras atravesaba el cosmos a una velocidad de V20 en unidades cósmicas (Siendo V el punto de “Voy muy rápido, creo que atropellé una anciana alienígena” y cada número significa una potencia, se imaginarán que V20 UC era realmente una velocidad). No gritó en ningún momento, esto tal vez fuera debido a que en el espacio exterior el sonido no se transmite, porque sí que hubo intentos dignos de reconocimiento.
 Las estrellas, los quásares, las galaxias, y otras cosas brillantes aun ocultas al conocimiento del hombre común, se habían convertido en fibras de luz, se espiralaban en paredes de un túnel hiperespacial, una especie de caleidoscopio que algunos entes de proporciones inconmensurables regalan a sus hijos para las fiestas. Luego el desfile quebró el espacio con un mísero ruido onomatopéyico y Alex aterrizó en un plano inundado de luz blanquecina. No era una luz que lastimara los ojos, no parecía entrar por los ojos tampoco, así que Alex pudo abrirlos sin problema. No vio nada, aunque sí pudo oír.
 – ¡Felicidades! Forma de vida viviente. Aunque ¿qué es la felicidad? ¿Un estado de la mente o un conjunto de circunstancias cósmicas? Como sea, ningún ser logra llegar hasta aquí sin sufrir en el camino la privación de la parte viviente de su forma de vida –habló una voz.
 – En efecto, tu llegada aquí fue de lo más singular, cuando no estamos acostumbrados ni siquiera a las pluralidades –añadió otra muy parecida.
 – ¿Qué? Yo no vine a este lugar por mi cuenta. Estaba… durmiendo cuando fui arrastrado por Dios sabe qué cosa.
 – Por favor, no hables ese nombre en este recinto, ¿No viste el cartel?
 Alex al instante tuvo a su alcance una imagen de lo que le pareció ser Dios, con algunos tentáculos de más, debajo de ella se enunciaba: “No le acepte creaciones a este Señor” –Lo lamento –dijo –No tengo la menor idea de cómo llegué.
 –Hmm, esto es muy irregular –contestó la primera voz – Eso debe significar que éste es “El Elegido”
 –Me tienen hasta el demiurgo los elegidos –dijo la otra voz –Si viniste es por algo ¿Qué se te apetece? Ya sé, ser todopoderoso ¿o no?
 –A decir verdad –Alex arrastró sus palabras –Sólo quería volver a mi ba… a mi cama. Pero la idea de ser todopoderoso no suena tan mal.
 –No es problema. Está hecho, además, se ve que alguien que lleva sus pantalones así de bajos lo necesita.
 Alex ni se había percatado de que como había despegado había aterrizado. Trató de subirse la ropa, pero tropezó y cayó, o lo hubiera hecho de haber gravedad allí.
 –Por favor –la primera voz se dirigió a la otra voz – ¿En serio vamos a otorgar la omnipotencia a éste?
 –El anterior no fue mucho mejor que digamos, por algo está el cartel –contestó la segunda –Aquí está tu omnipotencia, mortal, y no vuelvas a hacer algo tan vergonzoso nunca. Jamás.
 –Pero yo…
 –Adiós forma de vida viviente de pantalones caídos – las voces hablaron al mismo tiempo.
 –Pero…
 Apareció Alex frente a la atmósfera de su planeta, de ser normal se habría muerto por asfixia pero tal parecía que las voces no habían mentido. Miró hacia la Tierra y pudo escuchar las voces de todas las personas; de todas las personas y algunos animales de los que descubrió que podían hablar perfectamente, sólo que nunca habían encontrado a la humanidad digna de una conversación interesante.
 Escuchó a las personas quejarse de sus vidas, insultar en silencio a sus superiores, rogar con ganas a un Universo que al parecer conspiraba a su favor, e imaginar posibles mejores finales para los shows que miraban. Escuchó a los delfines despedirse antes de abandonar el planeta, a los perros componer sonetos a una pierna pasajera, y a los cerdos hablar acerca de un golpe de estado al capitalismo.
 Extendió su conciencia y probó su poder en flagrantes formas milagrosas. De repente una tostada recién calentada mostró una cara santificada, un político trató de ser honesto (dos minutos antes de morir por un implante de prótesis de plomo), una foto en internet causó una sobreproducción de agua potable en un continente empobrecido con cada pulsión de cierto botón, declararon a cierto local multinacional de comidas rápidas como tres estrellas en el concurso Michelin, una adaptación resultó ser fiel a una obra para luego ser un fracaso de taquilla, y unos obreros de construcción le gritaron a una chica que pasaba lo encantadora que era su personalidad.
 Podía escuchar y entender todo, y sin duda alguna hacerlo todo. Era el nuevo ser omnipotente en aquel Universo, podría lograr que el flujo de todo fuera diferente para bien o para mal.
 –Después de la siesta –pensó. Y tras dormirse, tuvo un extraño sueño en el que le invitaban a la Gran Feria de los Quesos, un día lunes.


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